Quítate

 


 A partir de una cierta edad la vida va de quitar en lugar de añadir. Va de vivir con menos y no de vivir con más.

Va de quitarte conocidos con ínfulas de amigo que te hurtan este tiempo que se merece el amigo de verdad.

Va de quitarte la importancia que nunca has tenido y de quitársela también a los demás; de quitársela a ese monstruo del qué dirán. Quitarte de ti mismo. Del pensar que tus problemas son mayores que los del resto y que, por tanto, requieren de mayor atención. 

De quitarse la presión de equivocarse y el miedo a intentarlo. De quitarse de la justificación que un amigo no necesita y que no le importa al enemigo más que para reciclarla.

Quitarse del exceso tóxico del comer y beber e incluso del no estar.

Quitarse de hablar mucho para que te escuchen más o de rellenar silencios preciosos con un ruido que nadie te pide.

Va de quitarse de la ecuación, siendo consciente que tu tiempo ya va pasando y que ahora va siendo el de otro. 

Quitarte de acumular cosas para dejar paso a esos momentos. Quitarte de modas estúpidas y de seguir corrientes empujadas por incapaces con intereses.

Quitarte de enfadarte, de no perdonar o incluso de no perdonarte. Quitarte de recordar lo negativo para acordarte de lo significativo. De quitarte años de la cabeza. Quitarte lo que no pudo ser para dejar espacio a lo que podrá ser. De cambiar el "si hubiera" por el "y si hago...?"

De quitarte de obstinarte en tus opiniones o creencias, de quitarte de lodazales digitales, de bajar a discutir con imbéciles o de incluso quitarte de pensar que quien está ahí es porque se lo merece. Quitarte de pensar que el Pueblo es sabio o de que cada vez estamos peor.

Quítate silenciosamente del ruido. Porque en el arte de quitarse, el artista, sólo puedes ser tú.


La Agenda

 


Lo del “Calentamiento Global”, agujero de la capa de ozono mediante, no acabó de cuajar. De ahí que desde hace algún tiempo los de la Agenda han redoblado esfuerzos y lo están probado con lo de “Cambio Climático” a ver si así…

También los de la “Responsabilidad Social Corporativa”, viendo que estaban corriendo la misma suerte que los primeros, se apuntaron al carro del rebranding y, además, se dijeron que juntos les iría mejor, creando así una especie de hermanamiento con esteroides al que ahora le llaman ESG.

No me malentiendas: soy un firme defensor de las causas arriba indicadas y, precisamente por eso, me muestro tan crítico con el circo de la incongruencia que se ha montado para llevarlo a cabo. Lamentablemente, creo que son temas con claros síntomas de agotamiento. Y, de nuevo a lamentar, creo que se nos rompió el ESG de tanto manosearlo. Y por ese tufillo a que los que pueden trincar, trincan lo que pueden y, cuando ya no queda nada más por trincar, cambian el concepto y vuelta a empezar.

Mientras, los datos de verdad de la buena no suelen comunicarse de manera objetiva ni transparente, a la vez que nos atiborran con datos sesgados por el interés de unos y otros. Y lo digo desde mi enfermedad de haber analizado (junto con la inestimable ayuda de ChatGPT, seamos justos) datos disponibles de fuentes independientes sobre lluvias, inundaciones, terremotos, etc. en los últimos 100 años y en diferentes partes del mundo y todo para entender que a lo que hoy llamamos DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos), hace 50 años mi abuela llamaba “llover fuerte”.  Porque ahora lo del “toldo” de toda la vida ya no vale, que ahora se llama “refugio climático”. Porque el juego necesariamente necesita acojone nivel Dios.

Y mientras, en las organizaciones se plantean un montón de cosis chupis pero siempri con dineri de los otris. ¿Donaciones? Guay, si es con el dinero de la empresa. ¿Acciones que mejoran el planeta? Guay, si es en día laborable. Todo listo para el show off de LinkedIn, mi capitán.

Lo que digo es que a tope con todo lo que pueda hacer cada organización, pero que la congruencia y consistencia nos obliga también a empezar por nosotros mismos dando ejemplo.

A ti, que vas a tope de power con lo del ESG; ¿cuánta de tu pasta a título particular estás entregando a proyectos solidarios o a organizaciones benéficas cada año? ¿cuántos días – no laborables – dedicas al año para proyectos sociales?. Porque lo de plantar árboles en día laboral si quieres sí, pero también molaría que no nos limitáramos a eso.

Congruencia y credibilidad son tener en tu casa placas solares y/o grifos de apertura en frío y/o luces led y un largo etcétera.  Y recoger los plásticos de la playa que te encuentras en el agua o en la arena. Y que lo hagas sin necesidad de contarlo. Hacerlo, simplemente, porque es lo correcto.

A esto yo le llamo desde hace años en este humilde blog  “Responsabilidad Social Personal”, primer paso esencial y complementario al corporativo.

Al ESG le queda lo que los socios de las consultoras y otros lobbies consideren (la vía legal lo alargará), salvo que – y si es así, lo daré por bien empleado – es efecto colateral deseado como es el de la concienciación deje huella (que no sea de carbono) en las generaciones venideras.

Esperemos que así sea.

Palabra de un romántico.

PLANIFICA COMO UN IMORTAL. VIVE COMO UN TERMINAL


En Menorca decimos "totes ses deixades són perdudes" para una resaltar una obviedad que obviamos: que oportunidad que dejas pasar, oportunidad que pierdes.

Y es que hacerse mayor tiene algunas ventajas, como que el disfrute ya no lo demoras indefinidamente como antes. Progresivamente aprendes a cambiar el "igual más adelante" por el "saca la agenda y cerramos fecha". 

Rondar la cincuentena significa que has vivido ya varios tanatorios inesperados y que empiezas a oír el rumor del disparar de ese Hundir la Flota en el que, de momento y por suerte, vas gritando "agua!".

Rondar la cincuentena significa "dar la vuelta a la paletilla" y comenzar ya la parte más reseca. Esa parte en la que tu mente te engaña pensando que llegarás a ese balón como cuando tenías veinte años, mientras tu cuerpo se ha quedado clavado en el suelo, a quilómetros del balón, descojonándose de la risa. Esa parte en la que tu mente te engaña pensando que sigues siendo un adolescente y que esas Nike Air Max Plus que te estás probando realzan tu segunda juventud, mientras el adolescente insiste en equivocarse llamándote repetidamente "señor". Esa parte en al que tu mente te engaña y te pone a correr vestidito de fosforito.

Rondar la cincuentena significa vivir estando de vuelta, ver pasar las modas desde un globo y aprender a invertir mejor lo único que no recuperas: tu tiempo de vida. Significa querer en tu vida sólo a aquellos que te quieren en la suya. Significa vivir en la época del Carpe Diem y del Memento Mori. En la época de cambiar pongos que no te llevarás por experiencias que te generarán esos dividendos emocionales hasta que puedas. Denzel Washington tiene razón al decir que "nunca verás un camión de mudanzas tras un coche fúnebre".

Error tan mentalmente higiénico como pretencioso el asumir que viviremos hasta los 80 y que, de hacerlo, lo haremos sin calzarnos un pañal todos los días. Como diría Emilio Duró "esto a mejor, no va". Así que, si puedes, te apetece y no dañas a nadie entonces pregúntate: ¿Qué te lo impide? y afronta la respuesta.

Y no, desde luego que no hablo de locuras ni de quemar naves. Hablo de planificar como un inmortal pero de vivir como un terminal, comiéndote la vida a bocados gordos saboreando las pequeñas cosas y, así, hasta que la Muerte te pille habiendo vivido. 

Recuerda, vivimos en una sala de espera temporal. 

Feliz verano, tropa.

La importancia de llegar al frankfurt



Vida privilegiadamente loca, de esas de levantarse a las cuatro de la mañana y llegar a casa después de la Cenicienta. Vuelos, retrasos y esperas. Reuniones solapadas y vergonzantes récords donde se rozan los demasiados miles de emails que esperan pacientemente a ser leídos en tu bandeja del Outlook, mientras tus hijas se levantan a medianoche llamando a la canguro, porque asumen que tú no estás. Cuenta la leyenda que es el pequeño precio de la suerte.

Y es que me es inevitable sentir que el tsunami te centrifuga cuando te levantas por la mañana y no sabes dónde te encuentras. La primera comprobación tras abrir un ojo es estirar un brazo y comprobar que estás solo en la cama: ok, estoy fuera de casa, te dices. A los pocos segundos, la máquina empieza a funcionar y te ubicas pensando en lo desubicado que estás. Y ya después te ves pedaleando a tope en la rueda del hámster mientras reconoces obscenamente que, en el fondo, te diviertes. Y lo haces, sobre todo, por trabajar con quién lo haces. Porque a veces, éste es el único secreto.

Pero lo que te equilibra es, por encima de todo, la posibilidad de "encajar" un vuelo a una hora decente un viernes por la tarde para poder llegar clavado a las 21:05h a esa cerveza helada y a ese frankfurt con amigos y menestra de risas que nunca faltan. Eso que reconcilia con la vida y te hace pensar que por un momento eres dueño de la misma.

Llegar al frankfurt es conseguir un mínimo equilibrio en la marea de la vida. Conservar y disfrutar de lo esencial, manteniendo a raya al monstruo de lo accesorio. Llegar a ese frankfurt es hacer tablas con tu ajetreo tras una reñida partida y lo que debes continuamente preguntarte cuanto organizas el lío en el que vivimos.

Me gusta mucho la frase de Séneca "el gusto por el ajetreo no es diligencia" pero yo, que soy mucho más rural, me gusta llamarle "la capacidad que tienes de llegar a ese frankfurt".

Feliz fin de semana.