Neurocompensación: cuando el cerebro lo celebra...



Siempre he defendido el papel estratégico clave del área de Compensación como garante de la Equidad Interna y Competitividad Externa en toda compañía.
En la “antigüedad” un esquema de compensación se mal traducía por compensación económica y así durante tanto tiempo que ahora podemos entender (y sufrir) el histórico que explica nuestras enfermas estructuras salariales que luchan por evolucionar hasta lo que hoy en día son los esquemas flexibles de compensación integral que ya están mirando hacia aspectos clave para hacer que las nuevas generaciones se sientan compensadas como: Flexibilidad, Desubicación, Socialización, Gamificación etc.
Así pues, la compensación del ayer nada tiene que ver con la de hoy, si bien todavía nos queda un largo trecho por recorrer hasta lo que estoy convencido que ha de llegar, que es la Neurocompensación.
Creo que lo que ha modelizado principalmente y hasta ahora los esquemas de compensación ha sido el factor demográfico y socioeconómico; y de ahí la evolución de comentábamos, pero hace falta aprender o no olvidar las bases neurológicas de la recompensa, es decir, lo que motiva a nuestro cerebro para darle un papel central en nuestros esquemas de compensación.
Y que el nombre no nos lleve a engaño: Neurocompensación no es nada del otro mundo sino entender qué estímulos despiertan la liberación de neurotransmisores como la Dopamina, entre otros, y su impacto en los llamados circuitos neuronales de recompensa que alberga nuestro cerebro (y que estaréis de acuerdo en que mejor lo desarrolle otro día no?). No significa mirar al futuro, ni siquiera al pasado o al presente: significa mirar en nuestro interior y conocer nuestra estructura neurobiológica para aprovecharla de la manera más eficiente y a coste (económico) cero.
Insisto, resulta clave saber qué hace que nuestro cerebro nos genere la sensación de bienestar y felicidad para adaptar nuestros esquemas de compensación a ello. Por supuesto que ganar dinero estimula estos circuitos neuronales, como también lo hace practicar sexo, deporte o comer chocolate; pero la buena noticia para las empresas y sus esquemas de compensación es que hay más motivos o estímulos que despiertan estos mismos mecanismos y que son de gran complejidad de ejecución pero gratis al fin y al cabo. Un ejemplo fantástico es el descubrimiento de los científicos Matthew D. Lieberman y Golnaz Tabibnia, del Semel Institute For Neuroscience and Human Behaviour de la Universidad de California, en Los Ángeles, quienes han demostrado, mediante estudios con Resonáncia Magnética,  que cuando nos sentimos tratados de manera justa, en nuestro cerebro se activa el mismo mecanismo de recompensa que hemos comentado (fuente: Tendencias21).

Justicia al fin y al cabo. Tratar a nuestros equipos de manera justa (que no igual, porque siempre he defendido que “tratar igual es tratar diferente”) puede hacer que se sientan felices y “compensados”…sin coste adicional!!.
Cuando existe falta de Justicia estamos ante el principio del fin, pero es que si somos capaces de administrarla, contribuiremos al bienestar de nuestros equipos y, sin duda, mejoraremos el rendimiento del colectivo (permitidme que sobre el refuerzo positivo y su impacto sobre los sistemas neuronales de recompensa y el rendimiento hablemos otro día vale?)…vuelvo a insistir…y sin coste adicional!
Ser justos es gratis, aunque es lo que más cuesta, de ahí que muchas empresas, por falta de capacidad, acaben compensando la falta de justicia con la obesidad salarial de muchos esquemas de compensación actuales.

1 comentario:

  1. Buen enfoque para un problema que parece aún peniente de resolver

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