Afortunadamente la Responsabilidad
Social Corporativa (RSC) ya no sorprende. Aunque sólo sea por un tema de
marketing y/o arma de venta para determinadas compañías, la verdad es que la
RSC es un concepto que ya se asume con naturalidad.
El problema es que lo tenemos
internalizado de manera automática; lo tenemos tan instrumentalizado que se ha
ido desvirtuando hasta producir un efecto diferente al originariamente
perseguido de valorizar la marca con el compromiso real de la empresa con
asuntos sociales. Más aún, cuando vemos que no hay ya un vínculo real entre las
percepciones de los empleados y la imagen de empleador que quiere dar éste con
su mal llevada estrategia de RSC, de ahí la desconexión y que al final la RSC
se tenga en muchas compañías “como una cosa más” sin mayor valor que el
estético o cuando contestamos a las encuestas, pero totalmente diluido al
comprobar la fortaleza de marca. Y a qué coste!!! (a todos los niveles).
Y todo esto porque, en muchas
ocasiones, “nuestra” RSC no es realmente “nuestra” porque emana únicamente de
la cartera del amo y no del reflejo del compromiso de sus empleados, lo que se
convierte en una pura transacción económica puntual anual por parte de una
corporación.
Para revertir todo esto y
fortalecer la Marca de manera sostenible hay que partir de un concepto previo:
la Responsabilidad Social Personal (RSP) entendida como el compromiso de la
gente a participar en proyectos solidarios de manera colectiva, canalizando
dicha motivación grupal a través de la interlocución de la compañía. Es decir, la
verdadera RSC de una empresa debe ser la consecuencia lógica de la RSP de sus
empleados.
Si fichamos empleados
sensibilizados y comprometidos con la sociedad (dato clave!), que valoren como
parte de su paquete de Compensación Total que su empleador participe en este tipo de
causas y establecemos los canales empresariales adecuados para canalizar esta
contribución colectiva, conseguiremos activar el resorte clave: la
participación y el sentimiento de contribución real. Sólo entonces seremos
capaces de contribuir eficazmente al constructo de “orgullo de pertinencia”
como factor clave en los tiempos que nos esperan. La clave está, como digo, en
hacer visible, real, palpable la contribución por parte del empleado, para que
éste se sienta verdaderamente agente activo y partícipe de esa acción social.
Así pues, concibo la verdadera
RSC como la expresión colectiva de una real y verdadera RSP.
Medias tan sencillas como la
detracción en nómina de una cantidad al mes, para que la empresa pueda acabar
destinando los fondos acumulados a fines benéficos (que incluso pueden ser
elegidos por la plantilla) y dar la debida publicidad a los mismos fomenta el
espíritu de entrega y participación real que fomenta el orgullo de pertenencia.
El tema va no sólo de contribuir
a los objetivos de la empresa sino de, además, hacer algo adicional en paralelo
que los trascienda y beneficie a la sociedad en general y que “nos haga sentir
realmente bien” como personas, además de como profesionales.
Si lo piensas bien, es un juego
en el que todos ganan: la Sociedad (beneficiaria de las acciones), los
empleados (para quienes supone una manera mucho más “cómoda” de participar y
que además se ven compensados de manera más “integral”); la Empresa (beneficios
fiscales, mayor identificación de sus empleados y mejor Employer Branding que
afecte, en mayor o menor medida, incluso a la Rotación o al desempeño o al
clima, etc.) e incluso, en última instancia y a consecuencia, el Mercado…y
sobre todo….prácticamente gratis!
¿Y tú crees también en una RSC reflejo
de una RSP colectiva?
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