Hoy es un día duro. Muy
duro. Te has ido. Sin avisar y a media fiesta. Te has ido faltando lo mejor. Te
vas y me dejas huérfano, cacho cabrón. Hoy te odio y te quiero más que nunca. Y
te echo de menos, mucho de menos.
Siempre supiste tratar a la
gente por encima de sus posibilidades, hasta ayudarnos a ser lo que somos. Y claro
que te recordaré por cómo fuiste pero, sobre todo, por cómo era yo cuando
estaba contigo y por cómo lograbas dejarme, siempre, mejor de como me
encontrabas. Humilde, generoso, risueño, optimista y muy sincero. Hace falta
ser muy grande.
De ti aprendí muchas cosas:
a nadar entre tiburones, cuando sólo era un proyecto de delfín. A sonreírle a
la toxicidad hasta exasperarla. A pedir mi primer aumento. A patear un polígono
a puerta fría. A no tener complejos. A ser diferente. A vivir la vida. A pensar.
A hablar en titulares. A ser más pícaro. A entender que Esto va de personas y
que lo demás, ya lo sabes, es sólo mover papeles.
Y es que me duele hasta el
teclear. Me duele todo, mientras juro que jamás me acordaré de olvidarte ni de
olvidar todo cuanto me diste, siempre a fondo perdido.
Hoy se va contigo una parte
de mí, aunque una parte de ti seguirá siempre conmigo.
Buen viaje Agustín Solavera.
Descansa en paz.
Precioso post, estoy de acuerdo hasta en las comas. Tuve la suerte de compartir con Agustín un buen trecho de mi camino, tuve la oportunidad de trabajar con él codo a codo durante cinco años. Parte de ser quien soy, es gracias a él. Me quedo con sus frases, su atrevimiento, su espíritu innovador, su generosidad, su crítica constante. No dejaba a nadie indiferente.
ResponderEliminarBuen viaje Maestro.
Mapi de Paz