Todos hemos conocido al típico jefe psicópata. Aquel que, como Risto diría, son "como un consolador: perfecto en la ejecución, pero tremendamente frío en el sentimiento". Normalmente son los amos del Ms. Office. Son los embajadores del dato gélido. Porno duro para jefes que los valoran desde despachos con vistas, situados a miles de kilómetros, allá donde el olor a churrasco no llega. Son gente "orientados a resultados". Son personas de acción. Menudos eufemismos. Yo les llamo gilipollas.
Son gente a quien habitualmente les robaban el bocadillo en el patio. Empollones atrincherados tras apuntes de escaparate para los que la empatía suponía un extra. Hijos perfectos...mejor, higos perfectos, coleccionistas de collejas infantiles. Gilipollas, sí, pero con memoria. Porque si "la letra, con sangre entra"; pues imagínate cómo debe entrar el rencor a base de collejas. Y que ahora, años más tarde, calientan sillas de cuero mientras se esfuerzan en hacerle entender al mundo que era él quien estaba equivocado.
Seres hiposociales que, por la teoría de vasos comunicantes, hipertrofiaban su currículum hasta acabar sumando títulos y cargos de nombres imposibles. Gente que sólo se significa a través del trabajo. Sometiendo a los demás. Así es como relucen, porque son incapaces de brillar. Onanistas del ego. Seres asociales que te quieren porque te necesitan, pero que jamás te necesitan porque te quieren.
Seres que, sin ser y sin saber, están condenados a la insoportable levedad del ser...gilipollas.
totalmente de acuerdo. se puede extrapolar al ámbito de la dirección de personas, del management pero también de las relaciones sociales de a pie.
ResponderEliminarmírate mi blog, del cual escribí algo similar en esta entrada:
http://factoriadelmorbo.blogspot.com.es/2012/12/lo-que-une-la-mujer-de-roger-federer-y.html