Nada funciona sin personas. Si las tienes, puede funcionar o no. Si no las
tienes, no funcionará jamás. Hasta aquí parece fácil, ¿no?. De hecho, es
bastante probable que hasta me hayas comprado la idea. Pues bien, muchas empresas
siguen sin entenderlo. Es verdad que decodifican entenderlo por traducirlo en
lo que yo llamo discursos fungibles; “fast pitch”, que como su homólogo
dietético, sacia pero no te nutre (no como debería).
No debe haber mayor prioridad que las personas en una compañía, al igual
que en tu vida. Con las personas puedes generar negocio o no hacerlo. Sin
ellas, de nuevo, jamás. ¿Vas viendo el mantra? Pues mucha gente que debería, no
lo hace ni lo hará. Sirva el famoso “Lo esencial es invisible a los ojos” del Principito para demostrar que, a veces, Dios da ojos a quien no quiere ver y capacidad de
decisión a quien, de saber hacerlo, lo que decidiría es irse.
Solemos encontrar demasiado Yo en las organizaciones, sobre todo en
aquellas compañías que sólo son grandes; porque las grandes compañías se
escriben siempre con la primera del plural. Se entienden con el Nosotros
delante. Y no entender esto tan sencillo, en épocas de crisis, suele acabar rimando con
epitafio empresarial.
Y según sea el capitán, será la Dirección de Personas. De tal palo, tal
astilla. Si lo veis con un casco, es porque a papá le gusta salir de caza. Si le
gusta gritar, es porque no tiene voz. Si no le veis, entonces es que se
convirtió en alguien esencial. Y esta regla universal aplica a todas las
escalas de cualquier organización, porque psicópatas fichan psicópatas (cracks
en orientación a resultados y desorientación de personas). Buena gente ficha
buena gente. No hay magia: acabas fichando para ti alguien que es como tú (¿no
te habías dado cuenta?). Por ello, si multiplicas el efecto por el número de
incorporaciones y dejas el tiempo pasar, ya tienes la nueva radiografía de lo
que pasa, porque eso es lo que pasa. Analiza a los padres y entenderás a sus
hijos. La estructura real (la informal, digo) de una compañía se explica por la
personalidad de quien contrata multiplicado por el número de contrataciones y
multiplicado por el tiempo.
Por eso, para quienes tenemos la suerte de dirigir grandes personas que le
hacen a uno la vida más feliz, el término de “Gestión de Recursos Humanos”
huele a cerrado, de ahí que en una reunión de ciclo propusiera en broma
cambiarle el nombre a la Dirección de personas para acabar llamándole Departamento de 3G. Las 3
“G” de Gestión de Gente Guay…que incluso un hubo un tío estupendo (un abrazo,
Miguel J.!) que, siguiéndome la broma, me dijo: “oye, que ahora ya hablamos de
4G!”…así que igual acepto el reto y lo acabo llamando “Gestión Genial de Gente
Guay” J
Y mucha gente todavía no lo entiende ...
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