De tanto en tanto suelo pasearme por mercadillos como Vibbo, Wallapop, Ebay
o Amazon, entre otros lugares comunes.
Hoy, unos Powerbeats2 Wireless a tan
sólo 69 euros (menos de la mitad de su precio!) captaron toda mi atención. Tanto, que decidí contactar al
vendedor. Esta es la historia de lo que pasó:
Mensajes de texto:
Yo: “Buenos días, me gustaría saber si todavía tienes los auriculares en
venta y, de ser así, si son nuevos o bien el estado de los mismos. Muchas
gracias de antemano. Oscar Alcoberro.”
Juanlu: “896 345 689”
Lo primero que pensé: “joer, qué seco el tío!” y, acogiéndome a que uno
debe evitar los juicios precoces (a pesar que pocas veces fallan), decidí
llamarle. Os cuento lo que pasó por teléfono:
Yo: “Buenas tardes, me gustaría hablar con Juanlu, por favor”
Juanlu: “Si”
Yo: “¿Eres tú?”
Juanlu: “Sí” [El monosílabo y el tono en que me lo dedicaba me lleva a preguntar…]
Yo: “Disculpa si te llamo en mal momento. Quieres que te llame más tarde?
Juanlu: “No” [Aquí ya anticipé que el chico quizás no era Relaciones
Públicas]
Yo: “Hola Juanlu, encantado. Soy Oscar Alcoberro y te llamo en relación a
los Powerbeats2 por los que me acabo de interesar vía mensaje hace unos
momentos a través de Wallapop”
Juanlu: (sonido gutural)
Yo: “Me gustaría saber si todavía están a la venta y en qué estado están, a
ser posible”.
Juanlu: “Sí los vendo. Están precintados”
Yo: “Genial. Me gustaría comprártelos contra reembolso, obviamente
asumiendo los gastos de envío”
Juanlu [cada vez más seco, si cabe]: “Sólo trato en mano en Madrid”.
Yo: “Entiendo. ¿Crees que sería posible que en este caso pudiéramos
encontrar otra manera?. Yo vivo en Barcelona y la verdad es que me encantaría poder comprártelos y disfrutar de estos Powerbeats2”
Juanlu [seco, no. Extraseco]: “Te acabo de decir que sólo trato en mano en
Madrid. Me han perdido muchas cosas y no mando nada por Correos. Si tienes
algún amigo en Madrid que pueda recogerlo bien. Si no, nada”.
Yo: “Seguro que conoces la posibilidad de enviarlo certificado y con seguro
de envío. Yo asumiría los costes…”
Juanlu [maxi seco]: “No.”
Yo (tirando la toalla ya con mi última pregunta, básicamente por el morbo J): “Ya veo.
¿Puedo hacerte una última pregunta para conocer por qué los vendes?”
Juanlu: “Tenía una tienda. Ahora está en liquidación”
Voy a serte brutalmente honesto: lo primero, primero, primero que pensé de
manera automática fue “no me extraña”.
Quizás fuera un mal momento; un mal día; una mala época…o una mala elección…de
trabajo. Y un mal día, en la atención al Cliente, puede tener consecuencias
desastrosas, hoy más que nunca, habida cuenta que cualquiera somos cajas de
resonancia en las Redes Sociales. “El Cliente siempre tiene la razón” dice la
proclama clásica. Ahora, el Cliente también tiene la Palabra y la clave para
entender el tipo de jubilación que disfrutarás.
Tu Demanda: si la desoyes, te desuella.
Así funciona. Intenta no escucharla y tu sordera será terminal.
Que además en este caso tiene guasa porque, encima, el producto de que te hablo son,
precisamente, unos auriculares ;)
Lo del "no me extraña" me lo oigo pensar a mi misma en más ocasiones de las que me gustaría.
ResponderEliminarBuena y sonora reflexión. Gracias.