Cuando alguien viene y me dice "Tengo un problema", lo primero que respondo es "¿Cómo están los familiares de la víctima?". Lo segundo y último que pregunto es:
- Si fueras a morir esta semana; ¿seguiría siendo un problema para ti?
- No
- Entonces no es un problema. Es una dificultad resoluble.
Lo que quiero decir es que tendemos a magnificar la dificultad y sus consecuencias. A poner remedios antes que se produzcan los males. Incluso, hay gente que necesita crear incendios para aparecer como la solución (hay personas que necesitan sentirse importantes por propia inseguridad).
Eduard Punset explica con brillantez que el hombre es el único animal capaz de recrear situaciones de estrés sin que la causa esté presente y, a la vez, sufrirlas con misma intensidad. Ya sabéis: aquello que la cebra que ve al león y se estresa para que su cuerpo reaccione y huya para salvar su vida (dejando de estresarse cuando deja de ver al león); mientras que el hombre puede sufrir la misma reacción y sus consecuencias (sudoración, cortisol, etc.) sin que exista más que su pensamiento recreando una situación estresante. Todo está en la mente.
La gran mayoría de cosas que nos preocupan no existen o no existen todavía o posiblemente no vayan a hacerlo. Pensadlo bien. Mark Twain decía que "en mi vida he pasado a través de cosas terribles, algunas de las cuales sí sucedieron": o la más famosa, de Winston Churchill, que decía "me ha pasado la mitad de mi vida preocupándome por cosas que nunca me ocurrieron". Porque ya lo dice el proverbio chino: "si tus problemas tienen solución no te preocupes, y si no la tienen para qué te vas a preocupar".
Tanto si tienes un problema como si no lo tienes, estás en lo cierto.
Hay mucha ciencia detrás del hecho que el lenguaje en su conjunto (no sólo el verbal) modifica tu cerebro. Si te dices que tienes un problema, tu cuerpo empezará a reaccionar como si lo tuvieras de verdad. El filósofo William James se hizo famoso la siguiente frase, que explicaba su pensamiento: "el pájaro no canta porque es feliz, sino que es feliz porque canta". Moraleja: sonríe.
Y es que en la vida lo que importa lo que te pasa, sino lo que haces con lo que te pasa, de ahí que la diferencia entre la dificultad y la solución es la capacidad para encontrar soluciones y alternativas. Tengo una dificultad, muy bien, pero ¿qué soluciones voy a proponer?; ¿qué puedo hacer yo con esto?. Y mirar el lado bueno, pues el dicho "no hay mal que por bien no venga" se hace bueno muchas veces.
Por todo esto, lo que te recomiendo es que cambies la manera en que te hablas y que, en lugar de "tengo un problema" te digas: "tengo una dificultad, pero me gustaría comentarte algunas alternativas para ver cómo lo solucionamos juntos"...¿a que te suena francamente mejor?.
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