En el año 1907 el
doctor americano Duncan McDougall, de Haverhill (Massachusetts), terminaba una
serie de investigaciones que le llevaron a asegurar que entre 18 y 21 gramos es el peso que
pierde el cuerpo nada más morir, lo que le hizo suponer que podía
corresponderse con el Alma humana al abandonar el cuerpo. Hoy en día sabemos
que estos experimentos están en tela de juicio por falta de fiabilidad y
errores instrumentales en la medición; además de seguir intacta la duda sobre
si Duncan contempló la pérdida de aire en los pulmones tras la muerte (el
último aliento).
Por su parte
Francis Crick, el ganador del Nóbel de 1962 junto a James Watson por descubrir
la estructura de hélice del ÁDN en 1953 dedicó medio siglo de su vida buscando
lo que por términos religiosos se entiende como Alma y científicos como
consciencia. El investigador postula que la encontró en medio de una marea de
neurotransmisores e intrincadas estructuras cerebrales cuyo peso oscila los 21 gramos y desaparece al
morir.
¿Existe realmente
el Alma? ¿Pesa entre 18 y 21
gramos ? ¿Es la pérdida de peso consecuencia de la exhalación
del último aliento?
Son cuestiones que
todavía hoy no han hallado una respuesta contundente.
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