¡Oh capitán, mi capitán!



Él me enseñó a amar la Lengua y la Literatura. A descifrarla en la medida de mis limitadas posibilidades, ya me perdonarán ustedes. Me enseñó la diferencia entre mirar una obra de arte y entenderla de la mano de un guía. Me enseño el gusto por leer y por escribir. A entender la importancia de una coma o de un acento, en la mejor versión de un eterno Sr. Keating que uno puede encontrarse en la vida; aunque quizás fuera más justo referirme al Sr. Keating como la marca blanca del Sr. Juan Luís Hernández. Oh, capitán!, mi capitán.



Difícil encontrar tanta humildad en un tipo que ha ganado todos los premios de literatura a los que se ha presentado. Difícil leer un Es Diari "Menorca" sin una columna suya. Difícil entrar en un aula sabiendo que él no estará. Aunque nunca vaya a dejar de estar.

Pero es que encima ahora va y el primer libro que publica, con la tinta todavía húmeda, agota ya su segunda edición (y las que te rondarán, morena!): "Los cadáveres equivocados" o ese brillante thriller perfectamente ambientado en las calles de ese Mahón todavía en el recuerdo de tantos. Yo, que fardo de ejemplar firmado, no puedo dejar de recomendárosla desde ya.



Y es que de casta le viene al galgo, reza el dicho.

Mi abuelo materno, l'avi Lluis, fue un profesor único, capaz de hacer que todavía hoy, muchos años después de su muerte, todavía me paren por las calles de Mahón para recordarme el impacto que tuvo en sus vidas y cómo les enseño a amar las matemáticas, como a mí (lástima que no heredé su talento para ellas).

Mi madre, otro ejemplo de profesionalidad y pasión sin límite por las personas y su desarrollo personal. Otro recuerdo memorable en cientos de personas que hacen que pasear con ella sea complicado si quieres llegar a tiempo a tu cita. 

Y sigo: mi tía Marga, mi prima Cristina, mi hermana Marta. Ejemplos de pasión y cariño por una profesión mal pagada, a tenor del impacto en las vidas de todos. 

Porque esto no es más que una pequeña oda a todos los buenos profesores que me han marcado en la vida. Y porque no me olvido de ninguno de ellos aun no mencionándoles, porque la lista sería afortunadamente larga. Siempre sentí verdadera fascinación por todos vosotros, aunque esa estúpida vergüenza juvenil me impidiera decíroslo en cada momento. 

Gracias a todos por tanto. 

"Carpe Diem"!!!

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