Nos falta prudencia. Nos falta paciencia. Nos falta análisis en perspectiva. Somos víctimas de decisiones emocionales que, en ocasiones, emiten facturas que nuestro bolsillo no puede pagar. "Pensar en grande" es sexy, pero peligroso si no va de la mano de "analizar en grande".
En Menorca suele decirse "més val menjar poc i païr bé" (más vale comer poco y digerir bien) y recuerdo un comentario ácido que un colega de profesión y persona a la que admiro tiempo atrás dijo: "cuando mi empresa se fusionó con otra, mi homólogo en la otra compañía tenía un Audi A6 y yo un A4. Siempre se reía de mi conservadurismo. Hoy, él va en un Seat Panda y yo continúo con mi A4". A veces hay que saber parar, respirar y pensar en perspectiva, para decidir que ya está bien. Que no hace falta más. Y luchar por conservarlo y disfrutarlo, más allá de seguir alimentando al monstruo del "nunca es suficiente".
Conformarnos. Tan difícil como necesario. Concepto tan denostado públicamente como rentable a nivel personal. A partir de un nivel mínimo, resulta mucho más económico conformarse con lo que uno tiene, que embarcarse en grandes hazañas, preludio de grandes dramas.
No existe ser feliz, sino estar feliz en cada momento. La felicidad duradera viene de la mano de la generosidad; de compartir con los demás; de estar con los que quieres. Viene de saber disfrutar de las pequeñas cosas y momentos que te regala la Vida. Pocas veces viene de nada que venga con factura.
En las compañías también se observa este patrón, cuando la rentabilidad viene más de la mano de la eficiencia que de la grandilocuencia: "esto no va de hacer nada extraordinario, sino de hacer algo ordinario, extraordinariamente bien". Steve Jobs hay pocos, así que, de apostar, yo apostaría mi dinero por hacer algo simple de manera extraordinariamente eficiente, en lugar de buscar el pelotazo.
Y hasta en las relaciones de pareja. Si uno tiene una buena relación de pareja con una persona a la que quiere, se hace imprescindible recordarlo cada día y valorarlo con la perspectiva a largo plazo, que no jugártelo todo al rojo por una noche de ensueño que puede llevarte a una vida sin poder pegar ojo. Y valga como ejemplo el programa que está batiendo todos los récords y al que llegué alentado por la recomendación de un gran amigo, primero, y luego por el morbo máximo: "La isla de las tentaciones" (que tantos tópicos está rompiendo, dicho sea de paso). Ver para creer mientras no te crees que lo estés viendo. Pero ahí estás viendo cómo cuando haces pop, ya no hay stop.
Y es que todos vivimos, permanentemente, en una isla de las tentaciones, la diferencia está en que no todo el mundo acaba gritando Estefaníaaaaaaaaa!!!
Y es que todos vivimos, permanentemente, en una isla de las tentaciones, la diferencia está en que no todo el mundo acaba gritando Estefaníaaaaaaaaa!!!
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