Y es que poquito a poco vamos
desterrando el concepto del Talento como esa señora o señor con túnica blanca que,
desde su pedestal de capacidad nos alumbraba al resto que, medio tontos, lo admirábamos
como un todo indivisible.
El Talento no es un rasgo sino más
bien un estado. Un estado volátil, más bien diría yo. Porque no creo en el Talento
persona sino en los talentos que cada uno de nosotros tenemos. Creo más en los
cien gramos de cinco jotas que no en el lechón entero.
Todos tenemos talentos por encima
de la media. Y eso es precisamente lo que debemos aprovechar y lo que, también,
las empresas necesitan para sobrevivir. No necesariamente la concepción de que una
persona es talento y lo será para siempre. Que esta es otra.
Todos tenemos talentos en un
momento dado y en otro no. Muchos de ellos vienen y se van, como algunas alergias.
Ejemplo tonto: a mí se me daba realmente bien programar en Pascal, pero; ¿acaso
recuerdas qué era el Pascal?.
Lo que digo son dos cosas: uno, que
las empresas deberían dejar de gestionar el talento por piezas completas y, en
lugar de nombres en las Talent Grid, lo que deberíamos diseñar es el mapa de
talentos. Y dos, que si Fulanito tiene un don para la comunicación, pues que
utilicemos ese don para cuando el proyecto lo necesite, pero no necesariamente esclavizar
a Fulanito desde el inicio de un proyecto en el que sólo aportará valor cuando
deba desplegar su talento, quizás en la fase final.
Identifiquemos los talentos
específicos de cada persona y utilicémoslos sabiamente solo cuando sean
necesarios.
Y ahora que pienso, el otro día
leía un interesante artículo de mi querido Pau Guarro I Oliver, CEO de
referencia en BETWEEN Technology, sobre el concepto de “Talent Centric” a
incrustar en las empresas. Y obviamente nada que objetar, pero sí me gustaría
aportar otra mirada y hablar mejor de “Attitude Centric”. Porque talento
hay. Mucho. Y tengo la suerte de verlo en cada entrevista que hago. Gente
realmente capaz. Tanto es así que creo que el Talento es hoy, más que nunca y
por razones diversas, una commodity. A poco que aciertes, talento –
salvo algo muy extraordinario en algo muy específico – no te da la ventaja
competitiva, si no tiene la Actitud adecuada. Y eso sí me cuesta mucho más
detectarlo.
Para mí la clave está en la Actitud.
Siempre. Un talento sin actitud es un jarrón chino. Una persona sin talento pero
con Actitud aportará mucho más que un talento sin Actitud. Y claro que lo ideal
es cuando coinciden ambos. Lo que digo es que el talento está sobrevalorado y
la actitud infravalorada. Lo que digo es que encontremos un mejor balance.
Al fin y al cabo, tal y como mi
admirado Marcos Urarte me enseñó una vez: contratamos por Talento y
despedimos por Talante.
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