Gestión del Cambio o esa entelequia en forma de volátil rol que las empresas crean y eliminan según sea la apretura de presupuesto, porque es bien verdad que no se conoce empresa en fase de "vacas flacas" que se mire al espejo y se diga "nos lo cargamos todo menos el rol de gestor del cambio, que eso es lo que nos mantiene vivos".
Gestión del Cambio o ese campo abonado para consultores y gurús diseñadores de procesos con nombres pijos plasmados en "diapos" sexy, de cuyos partos en pocos meses nadie encuentra rastro.
Gestión del Cambio o esa quimera de intentar recoger el mar con las manos.
Y todo como si hiciéramos ver que no somos capaces de adaptarnos al continuo cambio que sufrimos día a día y desde el día en que nacemos. Personas y empresas. Aquel que nos llevó a empezar a trabajar sin ordenador y con teléfono de sobremesa a realizar ahora presentaciones e informes con la app de ChatGPT de nuestro smartphone. Y eso sin mucha cicatriz. Porque adaptarnos, nos adaptamos bien sea por lo Civil o por lo Criminal. O como decía mi difunto amigo Agustín Solavera "o te aclimatas, o te aclimueres".
La Gestión del Cambio y, a mayor detalle, la gestión del cambio cultural me la imagino como ese cubo lleno de tinta china negra y densa que supone el Status Quo de una cultura en una empresa. El color de la cultura de una empresa en un determinado momento. Hasta que "los vientos" (léase, una nueva dirección, moda, etc.) cambian y la necesidad de "gestionar el cambio" aparece y, con él, los evangelistas, saboteadores, etc. Todo muy de los clásicos de toda la vida.
A partir de esa "necesidad" de cambio, individuada por su mayor envergadura con respecto a la frecuencia media de cambios, todo cambio que vamos implementado representa esas pequeñas gotas de sangre que la organización suda para precipitar sobre la tinta china que hay en el cubo para poco a poco ir tiñendo el negro azabache de rojo pasión...hasta que con el factor T (tiempo) cada vez el negro es menos negro y el rojo se hace cada vez más presente. Y son gotas y no chorros. Y son años y no meses, pues la gestión del cambio cultural no es juguete para ansiosos.
El Cambio Cultural es más una lluvia fina que hace bien que una tormenta tropical que lo destroza todo, aunque para ansias, los colores.
Y vamos acabando ya el símil con ese grifo en la base del cubo a modo de "regulador" del flujo de cambios. Demostración gráfica de grifo cerradito del que salen gotitas "cuqui": cultura estable con pocos cambios. Demostración gráfica de grifo con chorrazo "a escape libre": fusión de empresas con expediente de regulación con gente saliendo como en un encierro de los Sanfermines.
Ah!...y para los románticos: no existe cambio cultural completo. Ya me sabe mal, ya. Porque la clave siempre está en dónde ponemos la línea y cómo nos respondemos a la pregunta ¿cuándo considerar un cambio completo?, que viene ser como preguntar ¿hasta dónde se lava la cara un calvo?. Por ello, lo represento poniendo el grifo "regulador" de la "presión" del cambio un poco por encima del fondo del cubo de tinta china, porque por debajo siempre va a haber un "poso de cultura anterior" con el que tenemos que contar.
Mi último comentario es sobre el tema de la resistencia o del miedo al cambio: no existe miedo al cambio en realidad porque, en realidad, lo que existe es el miedo a la pérdida que anticipamos en un cambio. Os pongo un ejemplo:
a. Tu pareja te escribe el siguiente mensaje: "tenemos que hablar".
b. Tu jefe te escribe el siguiente mensaje: "felicidades por tu nueva promoción"
El primer mensaje es de primero de acojone, por la pérdida potencial que anticipamos (bien sea la serenidad, bronca mediante; bien sea incluso la relación ¿en el peor? de los casos), mientras que el segundo ilusiona y digamos que ambos mensajes reflejan un potencial cambio relevante.
Moraleja: cuando comuniquemos y seamos vectores de cambios relevantes, tengamos en cuenta las "pérdidas" que pueden anticiparse por parte de los afectados y que normalmente se visten de resistencia. Analicemos el trasfondo de esos miedos y adaptemos la comunicación enfatizando los beneficios y afrontando pérdidas si las hubiere. Mil veces una mala noticia claramente comunicada a una noticia regular mal comunicada.
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